Extrañeza

Supongo que nos pasa a todos, a veces nos sentimos extraños, todo a nuestro alrededor parece irreconocible. Es muy gratificante ver a Pablo Aimar vestido con la camiseta del Zaragoza, pero voy a necesitar un par de partidos para asimilarlo del todo (creo que con uno será suficiente).
Esta extrañeza también me hace extrañar. Extraño a gente estos días y eso me hace sentirme raro. Leo algún libro de autores muy reconocibles y no termino de encontrarlos (el Houllebecq de Ampliación del campo de batalla no es ni parecido al de Plataforma... me quedo con el del informe turístico, sin duda). Este fin de semana me la vuelvo a jugar con Hrabal, otro libro, veremos si sigue tan consistente, es una prueba, supongo.
Pasan los días del verano y ya no hace tanto calor. Los gafes dirán "ya se fastidió el verano" que es lo mismo que dirían el 14 de junio cuando cayó una buena tormenta... la verdad es que no quiero que se fastidie, pero echo de menos los domingos de fútbol y tras el fútbol; cuando llego a casa y enciendo pocas luces y saboreo las jugadas en mi cabeza mientras Manolo Lama u Oliveros concluyen las narraciones de la jornada con los partidos del Barça, Madrid o Atlético.
Qué estrañas son algunas semanas. Qué extraño es conocer a alguien y sentir que lo conoces ya desde hace mucho tiempo. También lo es sentir siempre presente a alguien que no está en la ciudad. Extrañeza, extrañamiento... todo junto, al mismo tiempo. Ayer mientras hacía la cena tenía puesta Antena Aragón y vi el anuncio del programa de Antón Castro. Realmente ha conseguido lo que pretendía: todo el que va allí siente que puede hablar, que puede decir lo que tiene dentro. Enhorabuena por ello.
Viernes en la ciudad de los amantes, viernes también en el resto de las ciudades que conozco. ¿Venceré esta extrañeza?